
UN ORIGEN LEGENDARIO
Según la leyenda china, el emperador y erudito Shen Nung, descubrió las propiedades beneficiosas del té. Una de sus sabias normas fue que durante su reinado, toda el agua destinada para el consumo humano fuese previamente hervida. Cuentan que un día del año 2737 aC cuando Shen Nung estaba descansando junto a un árbol de té silvestre, una ligera brisa agitó las ramas con tan buena fortuna que algunas hojas fueron a caer en el agua que estaba hirviendo. La infusión resultante le pareció deliciosamente refrescante y reconstituyente, y así fue como descubrió el té.
EL TE CONQUISTA CHINA
Evidentemente resulta imposible saber si Shen Nung existió en realidad o si simplemente es la encarnación mítica. Pero sean cuales fueran sus orígenes, la popularidad del té en China en aquella época es un hecho aceptado por los estudiosos.
La popularidad del té creció rapidamente en China durante los siglos IV y V. El té se entregaba como regalo a los emperadores,
empezó a encontrarse en tabernas, tiendas de vino y posadas. Se suele afirmar que la "edad de oro" del té corresponde a la época de la dinastía Tang (618-906 dC). El té ya no era solo un tónico medicinal, sino que se bebía tanto por sus propiedades reconstituyentes como por placer.
DE CHINA A JAPÓN
En la historia de Japón consta que en el año 729 dC, el emperador Shomu sirvió té a cien monjes budistas en su palacio. Puesto que entonces no se cultivaba té en Japón, las hojas debían proceder de China.
Se cree que las primeras semillas para cultivo las llevó Dengyo Daishi, un monje que estuvo estudiando en China y que a su vuelta las plantó en las tierras del monasterio. Sirvió una infusión elaborada con té de sus primeras plantaciones al emperador Saga, a quien, al parecer, le gustó tanto que ordenó que se cultivase té en cinco provincias cercanas a la capital. Entre finales del siglo IX y el siglo XI, las relaciones entre China y Japón se deterioraron, con lo que el té dejó de ser apreciado y consumido en la Corte por tratarse de un producto chino.
EL TE LLEGA A OCCIDENTE
Cuando el portugués Vasco de Gama logró hacer realidad el antiguo sueño de llegar a China por mar, se estableció una relación comercial con china con base en Macao. Los españoles, holandeses e ingleses se fueron incorporando a esta nueva ruta comercial, siendo recibidos siempre con gran frialdad por parte de las autoridades chinas.
En 1595, un navegante holandés llamado Jan Hugo van LinSchooten publicó un relato de sus viajes a Japón, en los que detallaba la ceremonia Japónesa del té. En gran parte a consecuencia de este relato, los holandeses establecieron una base comercial en la isla de Java y en 1606 la Compañía Holandesa de las Indias Orientales traía a Europa el primer cargamento importante de té, siendo desde entonces una de las principales mercancías transportados por las naves procedentes de China.
Hacia 1630, la alta sociedad de Londres, Amsterdam y París se había aficionado por completo al té. Con la reducción de los precios generada por el cada vez más abundante transporte marítimo, en las siguientes decadas el té fue conquistando prácticamente todos los países europeos aunque en muchos de ellos fue una moda pasajera. No obstante, en Inglaterra, Irlanda y Rusia el té paso a formar parte de la cultura polular.
EL TÉ EN LA INDIA

En el año 1823 unos nativos le ofrecieron cierta infusión al mayor Robert Bruce, perteneciente a la guarnición de Assam, en el norte de la India. Convencido de que aquello no era otra cosa que té, pidió que se le mostrara la planta de procedencia, sorprendiendose de que numerosos arboles de té crecían silvestres en aquella zona. De inmediato mandó una muestra al jardín botánico de Calcuta, donde la especie fue clasificada como Camellia assamica pero extrañamente nadie pareció interesarse en su explotación comercial, pensando al parecer que nunca podría compararse al "auténtico" té chino.
Fuente:http://www.elracodelte.com