lunes, 3 de enero de 2011

Variación 2.


Carolina no se fiaba mucho de los llamados “videntes”, pero le pareció interesante cómo aquel hombre decía ver su futuro en sus posos de té.

-Veo una oscura silueta atravesando el parque. Lleva consigo un libro de aspecto viejo. Lo deposita en un banco. La fuerza del viento hace que se abra y pasen las páginas. De repente se cierra y una de ellas queda doblada.

Ahora te veo a ti, Carolina, recogiendo el libro de camino al colegio a la mañana siguiente. Lo miras fascinada y te lo llevas contigo.

Ahora te veo en el colegio, sentada con todos tus compañeros. ¡Se te ha caído el libro! El profesor que imparte la clase se sobresalta y coge el libro interesado. Lo abre y para su sorpresa, las hojas están en blanco. La última está doblada con palabras sueltas sin sentido aparente. Los alumnos se preguntan por qué está vacío y cuál es el sentido de su existencia.

Ahora te levantas en mitad del aula y propones que al no haber escritura alguna, inventareis una historia a través de las frases de cada uno de vosotros.

Suena el timbre y las clases se acaban. Con el libro a medio escribir te acercas a un árbol del parque que te resulta llamativo.

Poco a poco, muchas manos humilde continuarán las frases que encuentren en el libro, convirtiéndolas en una historia, la historia del pequeño libro perdido.-

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